2. Lenguaje intimo
Construimos un lenguaje personal que estabiliza nuestro mundo, que hace lúcido este sueño, tantas experiencias compartidas y, sin embargo, solo fragmentos de nuestras intenciones encajan en tan limitadas palabras. Tan solo generamos sonidos a pesar de todo y se sienten tan diferentes en cada cuerpo que cada escucha varía su impacto. Comprendo la necesidad de control, a la estructura a causa del miedo a lo abstracto, la pesadilla de lo incierto, pero aunque haya quien desesperadamente se esfuerce por definir sus significados en diccionarios polvorientos, nadie podrá hacer desaparecer la diferencia de sus cantos, la diferencia en su simpatía, la disonancia en sus abusos, sin tener que hablar de acentos y dialectos. Las palabras no son más que cuencos vacíos que llenamos con impulsos, herramientas que creemos como objetivas y sin embargo llenamos de estados cambiantes, suaves o punzantes, dolidos o amantes.
Es dramático observar como tan a menudo nos identificamos con estas palabras y las confundimos con lo que las origina, las defendemos en medio del ruido y el conflicto nos ciega ; tan a menudo creemos que comunicar consiste en con-vencer, y mientras tanto, en el silencio, entre las inflexiones de una frase, sospechamos la intención que amenazante observaba desde la altura aquellas palabra víctimas de su calvario. Cuantas veces con un simple balbuceo te comprendí.
Un estado de disponibilidad y acogida hacia cuanto esconde un grito emotivo es lo que esperábamos de quien nos rodeaba, un apoyo capaz de observarnos detrás de aquellas frases que torpemente desgarraban tantas palabras. Cantos de odio en pronunciaciones altivas, gestos desesperados escondidos en frases inseguras, tantos descuidos que hicieron de montones de palabras paisajes devastados donde solo sobreviven recuerdos ahogados en las profundidades de los malentendidos.
Tener que sobrevivir y crecer en estos parajes implica, desde nuestra más tierna infancia, la necesidad de tener que luchar para hacernos entender, un gesto desesperado de desobediencia que permite la autonomía, el derecho innato de todo humano por introducir en la palabra real su más sincero mundo interno.
Aprender a hablar podría significar, por tanto, permitirnos crear nuestro propio lenguaje, desarrollar nuestra capacidad a describir un punto de vista cambiante, una subjetividad capaz de nombrar su mundo interno (auto-nomía) , para dar testimonio de nuestra diferencia, enriqueciendo así la lengua viva.
2. Lenguaje intimo