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3. Técnica sensible.


Ya no nos sorprende ver cómo se ridiculiza y se considera atrasado, amenazante e inestable todo lo que nace de la naturaleza desconocida e impredecible del cuerpo sensible. En una época en la que la obsesión por el dominio técnico, el progreso y el rendimiento son valores fundamentales, la norma se impone. Así, obedecemos a un pensamiento mecánico que valora la composición virtuosa de las prácticas conocidas como una fuente de recursos fiable, generando una cultura técnica lineal, predecible y estresada.

Con demasiada frecuencia se confunden las demostraciones técnicas con una forma de creatividad en sí misma, pero a menudo no son más que una reproducción de procesos ya conocidos yuxtapuestos en secuencia. La técnica representa nuestra «memoria viva», nuestra capacidad de respuesta inmediata. Como parte indispensable para activar nuestro potencial, contiene nuestra capacidad de reacción, nuestros gestos integrados, nuestro saber hacer, pero no transmite ninguna intención inherente. Me parece estéril si no está al servicio y a la escucha de lo desconocido, de un gesto intencionado en diálogo con lo abstracto.

Es importante reconocer que la técnica aislada de la sensibilidad que la habita representa la alienación productivista que también sufren los tan admirados artistas, quienes se condenan a producir obras al servicio de una demanda frenética —similar a la industrial— que desecha la experiencia de su propio descubrimiento por miedo a que esta decepcione a todos aquellos fanáticos que se identifican con el arte ajeno.

Sitúo la técnica en el ámbito de la inteligencia, el dominio y el control, sin connotaciones preestablecidas, pero también puede ser un obstáculo para la exploración de nuevos procesos, nuevos paisajes, nuevos imaginarios... Pues suele ser ella quien detiene la moral, las normas y los valores que, al perpetuarse, han esterilizado a la humanidad en su diálogo con la naturaleza que nos habita. La creatividad solo existe en el momento oportuno. No veo cómo podría existir la «creatividad» como tal, una creatividad sin un sujeto que experimente. Toda creatividad es experiencia, es acción, es un estado que circula y explora su propio cuerpo en diálogo con el entorno que lo rodea, con el azar.

Vivo la creatividad como una de las formas de dejar ir que más nos acerca a una observación de nosotros mismos, poco común y necesaria; un gesto sincero y generoso que, al expirar, ayuda e inspira.

Nuestra sensibilidad ha sido presentada en nuestra historia como una debilidad. Sin embargo, es a través de ese estado de confianza en el que nos dejamos caer que aprendemos a soltar, y es a través de esta vulnerabilidad que podemos adentrarnos en lo desconocido y dejarnos llevar, confiando en la vida que nos rodea. La creatividad, tal y como yo la entiendo, es ese mismo proceso, es el diálogo entre estas dos fuerzas, la técnica y la sensibilidad, que con demasiada frecuencia se dividen y se consideran opuestas.

Si intento nombrar las observaciones que he podido hacer de mi actividad creativa, describiría la creatividad como una puesta a disposición de nuestros conocimientos técnicos que, al asumirlos, hacen interactuar ciertas partes desconocidas de nosotros mismos. Esta acción revela nuestra sensibilidad y le da forma, delimita un espacio material llenándolo de sentido, un trazo vivido que, enigmático, funciona como un espejo que nos muestra con mayor claridad el estado de nuestro mundo interno.

De tal forma, cuando escribo, cuando canto, bailo o pinto, entre tantas otras capacidades técnicas que disfruto como ser humano, siento que empujo más allá los límites de mi identidad. Me acerco a lo desconocido y trato de observarlo con mayor curiosidad, traduzco y describo lo sentido y así amplío mi abanico de posibilidades y mi lenguaje personal.



3. Técnica sensible.
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